Ser carnavaler@
Yo quiero ser carnavaler@ y que no me de vergüenza decirlo. Yo quiero ser carnavaler@, que alguien se plante frente a mi, en un sitio cualquiera, que me pregunte que qué hacemos con su dinero, con el dinero de todos los cordobeses, y tener algo bonito y útil que contarle. Individualmente todos nos sentimos carnavaler@s, cada cuál sabe cuánto ama esto, pero a querer bien, tambien se aprende. Todos nos dejamos la piel en afinar nuestros repertorios, llevar las letras más originales, en robarle tiempo al tiempo y a la familia, hacemos lo posible por vestir los mejores disfraces pero cuánto de ese carnavaler@ que somos cada uno, aportamos al carnavaler@ que somos todos, a la imagen del carnavalero como colectivo. Si la palabra carnavaler@ va a representarnos a todos cada vez que alguien la mencione, vamos a trabajar entre todos qué tipo de valores va a albergar esa palabra en su interior. Valores que despues se van asociar al nombre de nuestra ciudad.
¿Qué surge de todo nuestro entramado? ¿Qué generamos como colectivo?
Generamos desorganización, desde la falta de cohesión, unidad, de implicación conjunta porque impera más la antigüedad que el ser competente y la verdad. No puede valer más quién dice las cosas que lo que se dice. A veces coincide. A veces no. Vamos a escuchar a todos los grupos. Vamos a escuchar a todo el mundo. Eso aquí falta. Eso es una carencia de todos que debemos superar juntos. El estatus hay que ganarselo a base de aportaciones de calidad relacional (no sólo de repertorio) y no a base de gritos, amenazas, soberbia, reproches y antigüedad. La arrogancia puede ganarle la partida a cualquiera en un momento dado, lo malo es cuando se hace crónica a base de auto-consentirla y utilizarla como salida fácil y rápida para la frustración de nuestras insatisfacciones, no solo en el carnaval, sino en nuestras vidas. No hagamos de la arrogancia un hábito, con ella viene la envidia y de ahí al odio hay un paso, y el camino de vuelta hacia el amor se hace ya más largo y pesado.
Para que las personas cooperen tienen que sentirse identificadas entre ellas, con lo que van a hacer, con lo que quieren conseguir, por lo que van a luchar, estando convencidos de que el trabajo colectivo va a beneficiar a todos y cada uno de los miembros de la causa, pero ¿Cuál es nuestra causa?¿Tenemos una o cada uno la suya? Querer a esto es más ponerse de acuerdo, que despellejarnos mutuamente en los corrillos de chisme y paso atrás, pero no de cualquier manera. Eso aquí falta. No hay conciencia de grupo como colectivo y si la hay, hoy por hoy, es rudimentaria en estructura, pero rica en contenidos a los que no atendemos. No tenemos conciencia de colectivo porque los valores que se respiran huelen a envidia, traición, interés e hipocresía y eso genera desconfianza. Una desconfianza que debemos tornar en confianza mutua desde la base, el motor, el catalizador grupal: la gestión y las personas que la llevan acabo.
Si queremos confianza, generemos confianza. La voluntad de creer, es voluntad de crear. Creemos confianza. Basta ya. Construyamos unos valores conjuntos, que no los tenemos unificados. Si hay un sector del colectivo que es incapaz de ver que una gestión en 2015-2016, que ha dejado un balance pericial de 25.000 euros de agujero, 217.000 euros sin justificar, varios cheques manipulados, y 25.000 euros de deuda a proveedores, pudiendo ser más , aparte de todo lo demás... si alguien es incapaz de ver que esto genera desconfianza para nuestro desarrollo como colectivo y por ende se convierte en una lacra conjunta, es que forma parte del problema. Si hay alguien que es incapaz de ver que quien haya sido participe de este despropósito no debería alejarse para siempre de nosotros, creo que es parte del problema.
No sabemos apreciar cuando un compañero trae un mejor repertorio que nosotros. No sabemos reconocer que no hemos estado acertados sino es tirando por tierra antes a otro. No sabemos eso, igual que no sabemos elegir lo que es mejor para todos como colectivo porque elegimos en función de nuestro beneficio personal y el de nuestros amigos. Amigo no es quien te dice lo que quieres escuchar, sino quien arriesgándose a perderte te dice lo que necesitas saber. Queremos confianza, generemos confianza.
Se aprobaron las cuentas 2015 que se admitieron ya entonces incongruentes, levantaron la mano para aprobarlas , en una votación sin rigor ninguno, miembros y allegados de gente que hoy tienen en sus manos un carnaval malherido del que ellos han sido testigo y cómplices porque lo han alimentado y consentido. Queremos confianza, generemos confianza. Voluntad de creer, voluntad de crear. Hemos generado como colectivo un presidente que ha sido incapaz de ser vicepresidente y eso nace del aprovechamiento de una mala estructura organizativa, de unos malformados estatutos y de una intención de asumir el poder a toda costa. Dando como resultando que la mayoría de la familia que hoy hace carnaval no se sienta representada. Y eso es una carencia de todos.
Se ha confundido comprar votos con concienciar a los rezagados. Se ha confundido revelación, con rebelión. Se ha confundido construir un proyecto con manejar una elecciones desde dentro. Queremos confianza, generemos confianza. Se ha confundido no salir, en un concurso mal viciado como herramienta de protesta, con salir, palmadas en la espalda y patriotismo, desde una falta de respeto en muchas ocasiones injustificada hacia un decisión libre, valiente, dura, difícil para todos. El que sale, puede decirle al que no sale muchas cosas, y al revés, pero no que lo hace por un premio, porque el que sí sale canta para optar a uno, entre otras intenciones de amor, no lo dudo. Se ha confundido la objetividad, con posicionarse. Se ha confundido la objetividad de unos hechos, con lo personal. Esto es de todos. Pongámoslo en manos de la justicia. El carnaval nunca desaparecerá mientras haya gente que se desviva por él, pero a querer bien también se aprende.
Vamos a escucharnos, vamos a unirnos. Respeto, empatía, comprensión, cambio. Transformar el colectivo es imposible sin transformar antes nuestro interior. Todos somos imperfectos, todos podemos ser mejores, aceptémoslo. Esto que está pasando, nos está pasando a todos a la vez. Vamos a gestionarlo juntos, vamos a superarlo, pero siempre para crecer. Ciertamente es un síntoma de madurez, de inconformismo, tomemos el tren todos. Asumamos nuestros errores con acciones que den valor a nuestras palabras, no con lecciones que se queden en una entrevista, o en los descansos de los ensayos. Perdonemos nuestras imperfecciones, fijemos un meta conjunta y salgamos de nuestra aldea de vanidades, convirtámosla en una ciudad dentro de nuestra ciudad porque queremos ser tan grande como ella.
Soy Camarero de profesión y chirigotero de vocación. Esta es mi humilde opinión. No es la verdad absoluta. Pero al menos trato de construirla, muchos tratamos de construirla, para y por una causa en estos momentos: Ser carnavaler@s, y que no nos dé vergüenza decirlo. Eso como poco.
Voluntad de creer, voluntad de crear. Voluntad de crecer.
¿Cuál es tu causa?
¿Qué surge de todo nuestro entramado? ¿Qué generamos como colectivo?
Generamos desorganización, desde la falta de cohesión, unidad, de implicación conjunta porque impera más la antigüedad que el ser competente y la verdad. No puede valer más quién dice las cosas que lo que se dice. A veces coincide. A veces no. Vamos a escuchar a todos los grupos. Vamos a escuchar a todo el mundo. Eso aquí falta. Eso es una carencia de todos que debemos superar juntos. El estatus hay que ganarselo a base de aportaciones de calidad relacional (no sólo de repertorio) y no a base de gritos, amenazas, soberbia, reproches y antigüedad. La arrogancia puede ganarle la partida a cualquiera en un momento dado, lo malo es cuando se hace crónica a base de auto-consentirla y utilizarla como salida fácil y rápida para la frustración de nuestras insatisfacciones, no solo en el carnaval, sino en nuestras vidas. No hagamos de la arrogancia un hábito, con ella viene la envidia y de ahí al odio hay un paso, y el camino de vuelta hacia el amor se hace ya más largo y pesado.
Para que las personas cooperen tienen que sentirse identificadas entre ellas, con lo que van a hacer, con lo que quieren conseguir, por lo que van a luchar, estando convencidos de que el trabajo colectivo va a beneficiar a todos y cada uno de los miembros de la causa, pero ¿Cuál es nuestra causa?¿Tenemos una o cada uno la suya? Querer a esto es más ponerse de acuerdo, que despellejarnos mutuamente en los corrillos de chisme y paso atrás, pero no de cualquier manera. Eso aquí falta. No hay conciencia de grupo como colectivo y si la hay, hoy por hoy, es rudimentaria en estructura, pero rica en contenidos a los que no atendemos. No tenemos conciencia de colectivo porque los valores que se respiran huelen a envidia, traición, interés e hipocresía y eso genera desconfianza. Una desconfianza que debemos tornar en confianza mutua desde la base, el motor, el catalizador grupal: la gestión y las personas que la llevan acabo.
Si queremos confianza, generemos confianza. La voluntad de creer, es voluntad de crear. Creemos confianza. Basta ya. Construyamos unos valores conjuntos, que no los tenemos unificados. Si hay un sector del colectivo que es incapaz de ver que una gestión en 2015-2016, que ha dejado un balance pericial de 25.000 euros de agujero, 217.000 euros sin justificar, varios cheques manipulados, y 25.000 euros de deuda a proveedores, pudiendo ser más , aparte de todo lo demás... si alguien es incapaz de ver que esto genera desconfianza para nuestro desarrollo como colectivo y por ende se convierte en una lacra conjunta, es que forma parte del problema. Si hay alguien que es incapaz de ver que quien haya sido participe de este despropósito no debería alejarse para siempre de nosotros, creo que es parte del problema.
No sabemos apreciar cuando un compañero trae un mejor repertorio que nosotros. No sabemos reconocer que no hemos estado acertados sino es tirando por tierra antes a otro. No sabemos eso, igual que no sabemos elegir lo que es mejor para todos como colectivo porque elegimos en función de nuestro beneficio personal y el de nuestros amigos. Amigo no es quien te dice lo que quieres escuchar, sino quien arriesgándose a perderte te dice lo que necesitas saber. Queremos confianza, generemos confianza.
Se aprobaron las cuentas 2015 que se admitieron ya entonces incongruentes, levantaron la mano para aprobarlas , en una votación sin rigor ninguno, miembros y allegados de gente que hoy tienen en sus manos un carnaval malherido del que ellos han sido testigo y cómplices porque lo han alimentado y consentido. Queremos confianza, generemos confianza. Voluntad de creer, voluntad de crear. Hemos generado como colectivo un presidente que ha sido incapaz de ser vicepresidente y eso nace del aprovechamiento de una mala estructura organizativa, de unos malformados estatutos y de una intención de asumir el poder a toda costa. Dando como resultando que la mayoría de la familia que hoy hace carnaval no se sienta representada. Y eso es una carencia de todos.
Se ha confundido comprar votos con concienciar a los rezagados. Se ha confundido revelación, con rebelión. Se ha confundido construir un proyecto con manejar una elecciones desde dentro. Queremos confianza, generemos confianza. Se ha confundido no salir, en un concurso mal viciado como herramienta de protesta, con salir, palmadas en la espalda y patriotismo, desde una falta de respeto en muchas ocasiones injustificada hacia un decisión libre, valiente, dura, difícil para todos. El que sale, puede decirle al que no sale muchas cosas, y al revés, pero no que lo hace por un premio, porque el que sí sale canta para optar a uno, entre otras intenciones de amor, no lo dudo. Se ha confundido la objetividad, con posicionarse. Se ha confundido la objetividad de unos hechos, con lo personal. Esto es de todos. Pongámoslo en manos de la justicia. El carnaval nunca desaparecerá mientras haya gente que se desviva por él, pero a querer bien también se aprende.
Vamos a escucharnos, vamos a unirnos. Respeto, empatía, comprensión, cambio. Transformar el colectivo es imposible sin transformar antes nuestro interior. Todos somos imperfectos, todos podemos ser mejores, aceptémoslo. Esto que está pasando, nos está pasando a todos a la vez. Vamos a gestionarlo juntos, vamos a superarlo, pero siempre para crecer. Ciertamente es un síntoma de madurez, de inconformismo, tomemos el tren todos. Asumamos nuestros errores con acciones que den valor a nuestras palabras, no con lecciones que se queden en una entrevista, o en los descansos de los ensayos. Perdonemos nuestras imperfecciones, fijemos un meta conjunta y salgamos de nuestra aldea de vanidades, convirtámosla en una ciudad dentro de nuestra ciudad porque queremos ser tan grande como ella.
Soy Camarero de profesión y chirigotero de vocación. Esta es mi humilde opinión. No es la verdad absoluta. Pero al menos trato de construirla, muchos tratamos de construirla, para y por una causa en estos momentos: Ser carnavaler@s, y que no nos dé vergüenza decirlo. Eso como poco.
Voluntad de creer, voluntad de crear. Voluntad de crecer.
¿Cuál es tu causa?
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